– Extraits-
El mundo después
El templo
Abigaïl encuentra los versículos bíblicos más rápido que cualquiera de los hermanos y las hermanas de la fila. A veces, aún más rápido que el pastor. Cuando se trata de encontrar un versículo en la Biblia, todo su cuerpo se concentra en sus manos y sus dedos. En función del versículo, abre primero la Biblia por la mitad o por la tercera parte, por las tres cuartas partes o por la décima parte. Conoce perfectamente el orden de los evangelios, la cronología del Antiguo Testamento, la sucesión de los profetas, de los reyes y los saqueos de la tierra prometida, pero también los libritos que no tienen mucho éxito y que uno nunca sabe dónde buscar: Oseas, Amós, Esdras, Judas. A veces ocurre que abre la Biblia justo por el libro que toca. Entonces, por lo general, se sonríe. Como sabe que la estoy mirando, me guiña un ojo. Luego, no tiene más que pasar las páginas hasta encontrar la buena. Al final, su dedo —fino como un bastón armado de una uña muy corta, muy dura y bien cuidada, sin una piel que sobrepase— se desliza por la página con ternura y precisión hasta señalar el versículo en cuestión. Entonces me tiende la Biblia para que lea con ella (porque yo soy menos rápida). A veces compito con ella, pero sin que ella lo sepa, claro (porque es una profanación utilizar la Biblia para competir). Mis libros preferidos son el Génesis y el Apocalipsis.
El diablo
« Es como si la luz estuviese encendida las veinticuatro horas del día. Todo el mundo me vigila. A medida que me hago mayor, la bondad de los hermanos y las hermanas va a menos. Muestran la otra cara. Esta transformación es una fuerza secreta y monstruosa, como una posesión diabólica. Uno conoce al Diablo más íntimamente que a Dios, es algo que hay que decir. El diablo está en nosotros porque él es nuestro vicio y nuestra debilidad, nuestra indignidad. Dios es tan perfecto que cuesta imaginárselo. Es más fácil hablar del Diablo. Vivir con él es una experiencia intensa. Está ahí todos los días, en cada acción, aun en la más pequeña. Se convierte en una especie de secuestrador con el que uno termina por encariñarse debido al síndrome de Estocolmo ».
El zoo
« Entonces pensé en los animales salvajes de la sabana. Los cogen para meterlos en zoos de países fríos. Me imagino a Dios como un hombre vestido de safari, con bolsillos por todas partes, brazos musculosos y bronceados. Me ha capturado para meterme en un zoo, el gran zoo cristiano. Nos dan de comer y de beber y cuidan de nosotros porque hay que estar presentables para los visitantes, pero preferiríamos estar en la sabana. La ventaja, en un zoo, es que, al contrario que en la sabana, estamos protegidos. Ayer, vi el anuncio de una entidad que adquiere créditos. «Un único interlocutor para la deuda», decía la voz. No entendí muy bien para qué servía, pero creo que es un poco como lo que hace Dios: vuelve a comprar todas nuestras preguntas. Un único interlocutor para la deuda. A cambio, le debemos todo. Le debemos la vida ».
Tengo 12 años
« A mamá no le gusta lo graso. Lo desgrasa todo. Refrigera la comida para que la grasa se convierta en una corteza blanca y luego la retira con una cuchara. El frío pone al descubierto la presencia de grasa. Es un poco como las tribulaciones del fin del mundo: dejan la fe al descubierto. Durante el último temporal, un barco encalló en la playa. A veces, imagino que consigo subir a bordo, de noche, a escondidas de papá y mamá, y que me instalo en él. Ya no tengo ninguna obligación. Ya nadie me ve y yo ya no veo a nadie. También me imagino que se pone a llover de tal modo que el barco es arrastrado a alta mar. Estoy sola y rodeada de agua, como Noé en su arca. Tengo doce años y me gustaría no tener más responsabilidades. »
Melancolía
« Estoy a la vez triste y contenta. Richard dice: melancólico. El horizonte es bello y nosotros estamos condenados. No veo nada mejor y no veo nada peor que este instante. Debe de ser esto la melancolía. Descansar de las exigencias de Dios. »
Las palabras
« Me gustan mucho las palabras. Algunas hacen daño, pero hay otras que curan, a veces son las mismas, depende de cómo se sirva uno de ellas. Es un poco como cuando el veneno sirve para hacer medicamentos.. »